lunes, 26 de enero de 2009

Lunes 26 de enero de 2009

EL ALJIBE
* Los lugares sin nombre
POR JAVIER E. PERALTA
Uno de los primeros tugurios que cobraron cierta fama en el ánimo de muchos parroquianos pachuqueños, especialmente en el gremio periodístico, fue uno denominado “Bar sin nombre”, donde era con regularidad, cuando los años no rebasaban los 30, el lugar idóneo para concluir una inmersión en mares procelosos que había iniciado poco después de las 12 del día.
Después que el tiempo ha transitado de manera vertiginosa, resulta sorprendente descubrir que poner ese nombre, que no lo es, a un lugar de ese tipo, sólo pudo ser fruto de quien tenía como afición leer a Roland Barthes y así, “hacer trampas con la lengua, hacerle trampas a la lengua”.
Porque aquello que no tiene nombre, no existe, como no sea en el imaginario colectivo y por lo tanto es impronunciable, inombrable como Carlos Salinas.
-¿A dónde fuiste?
-Al sin nombre, se contestará para decir que a un espacio inexistente, que impronunciable como es, nadie puede asegurar con total seguridad si es real o simplemente una fantasía, como de hecho lo era en esos tiempos para sentirse el padrote de la película.
No existió, nunca existirá, y acudir al otro día muy de mañana, si encuentra el lugar, permitirá corroborar ante un galerón con sillas tiradas, olores disímbolos y un panorama tétrico, que todo fue un sueño. Tanto, que ni nombre tuvo.
(Texto publicado el lunes 26 de enero de 2009, en el diario vespertino CIUDAD, De Última Hora, en la ciudad de Pachuca, Hidalgo)

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