domingo, 23 de agosto de 2009

Lunes 24 agosto 2009

RETRATOS HABLADOS

Historias de sexenios

Javier E. Peralta


NO NOS CANSAMOS DE DAR VUELTA
y vuelta a la misma noria, y por eso repetimos, a veces de manera casi vergonzosa, los actos y acciones de cada tiempo establecidos por la manía de repetirnos para ser los mismos, en un afán inútil de engañar el paso de los años.
Sucede, por supuesto, en el asunto político.
Hoy, al igual que hace el sexenio pasado, y el antepasado, y el antes del antepasado, nos vemos inmersos en la inútil discusión de si el gobernador se va antes de concluir su sexenio, de quién habrá de quedar como interino o interina, el porqué, y lo que todo esto afectaría la sucesión gubernamental.
Una vez, hace ya dos sexenios, el entonces mandatario estatal comentó con atinado buen humor el asunto, cuando se afirmaba que dejaba la gubernatura porque se lo iban a llevar a la ciudad de México (lo que por cierto, finalmente sí sucedió): “Si soy un buen gobernante, para qué me llevan? Si soy mal gobernante, igual para qué?”.
Sin embargo el ritual se repite, en un algo así como para que se vea el nivel que ha alcanzado el titular del Poder Ejecutivo, al grado que ya no cabe en el territorio que gobierna, y por lo tanto es menester que su sabiduría y tino en todo lo que hace, ilumine el panorama nacional.
Ninguno de los gobernadores que hemos tenido ha estado exento a esta posibilidad, aunque evidentemente no todos se han creído la historia que tienen por obligación fabricarles sus más cercanos colaboradores, o por lo menos los que mantienen ese estatus por su capacidad de ser lambiscones.
El nivel del estadista radica en si se lo cree o no se lo cree, porque en el razonamiento adjudicado al gobernante citado, es evidente que si de verdad tiene una capacidad tan alta para llevar las riendas de su entidad, a la que se infiere mantiene en los cuernos de la luna, luego entonces, ¿para qué demonios se habrán de ir?
Porque hacerlo finalmente respondería a intereses netamente personales, y ya no a los de sus gobernados, que si hoy lo tienen catalogado como uno de los que ha dado mejores resultados en su gestión, dirán todo lo contrario si por la ambición se va simple y llanamente.
Se aplica pues el razonamiento: “Si soy muy bueno, para qué me habrán de llevar?”.
El mejor lugar que puede ocupar es donde está, por resultados comprobados y porque cumplir la palabra empeñada es un algo que la ciudadanía agradece de manera sincera.
El otro aspecto es cuando se los llevan para que de plano no compliquen mas un panorama, de por si crítico en el estado que desgobiernan. Entonces se los llevan, pero no por buenos.
Pareciera un sofisma de pésima factura, pero resulta que es realidad cuando se aplica.
Por todo lo anterior, me atrevo a mencionar que el gobernador Osorio difícilmente dejará el cargo antes de tiempo, y si acaso existe un adelanto en el proceso sucesorio, tendrá que ver con unos meses apenas.
Encumbrado como el Jefe del Ejecutivo Estatal más poderoso de los últimos sexenios, Miguel Ángel Osorio Chong podría anunciar incluso en los próximos meses, por supuesto junto con el gobierno federal, la entrega de una concesión de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, para la construcción del tan anhelado Aeropuerto Industrial en la región de Tizayuca, que a la postre se convertirá en uno de pasajeros alterno al de la ciudad de México.
Esa es la razón por la que se oyen tambores de guerra en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, donde es casi un hecho “enfermen” en las próximas semanas al actual rector, Luis Gil Borja, para que el Señor Propietario de la institución, el todavía diputado federal, Gerardo Sosa Castelán, regrese a ocupar dicho cargo por aclamación del siempre digno y autónomo Consejo Universitario, y de plano atrincherarse en la Máxima Casa de Estudios.
Es decir que en el Plan Estratégico para el cierre de su gobierno, Osorio Chong no puede dejar ningún asunto pendiente o por resolver, y uno de ellos sin duda es el de la UAEH, hoy envuelta en una verdadera guerra de baja intensidad, a trasmano en medios hechos a su modo y de su propiedad, contra el mandatario hidalguense.
Por eso no se puede ir antes de tiempo, o escuchar el canto de las sirenas que ya casi lo colocan en el despacho de la calle de Bucareli en la ciudad de México. Cometer un error tan infantil en estos momentos, el de pensar que ya nadie lo merece en el estado, podría echar por tierra todo un proyecto que ha logrado cimentar con tino, y una exactitud casi milimétrico hasta el momento.
Por esa razón, y otras muchas, es muy evidente que todos los rumores corresponden a una costumbre, casi una tradición que no se puede dejar de lado porque es eso: toda una tradición.
MINUTARIO.- JORGE MÁRQUEZ y FRANCISCO OLVERA RUIZ, tienen algo en común: no los quiere ver, pero ni en pintura, la misma persona con la que antes coincidieron en lo que pudiera haberse dado en llamar “La Búsqueda del Santo Grial”… El primero es ahora alcalde de Tulancingo, la segunda ciudad más importante del estado, hoy por cierto con severos problemas por su carácter irascible… El segundo de la capital, Pachuca, con un buen trabajo, perfilado como uno de los más viables aspirantes a la candidatura tricolor al gobierno estatal, pero con la necesidad de abandonar la cuadratura mental que en no pocas veces le causa tantos problemas… Pero los dos, también, en la mira de quien hoy los considera sus peores enemigos*** Y por hoy es todo, nos leemos el próximo miércoles.

peraltajav@gmail.com
(Texto publicado el lunes 24 de agosto de 2009, en la edición del diario matutino PLAZA JUÁREZ, en Pachuca, Hidalgo)