jueves, 21 de mayo de 2009

Viernes 22 mayo de 2009

Retratos Hablados

* Eso que llaman política

Javier E. Peralta

HACE TANTO TIEMPO, TAL VEZ DEMASIADO
, que somos espectadores del tinglado de la política, que la costumbre nos ha dejado varados en un camino que dejamos de entender, pero aceptamos a fuerza de la costumbre. Éste le pega a la otra por debajo de la mesa, la otra hace lo mismo con singular dulzura, y en medio de todo nosotros no como un Dios, dijera el poema de Acuña, sino como personajes autistas.
Hacer “política” desde siempre ha quedado en manos de un selecto grupo de personas que a veces son respetados, pero la mayoría de los casos despreciados y vistos como entes raros, capaces de realizar los trabajos que nadie más haría en su sano juicio.
Damos por hecho que al final de cuentas saldrán con ganancias que ni en sueños podremos tener, pero nos consuela la idea de que habrán tenido que hacer, “quién sabe qué cosas” para lograr lo que lograron.
Desatados como están en tiempos electorales, los miramos desfilar por la pasarela de las ciudades y pueblos, algunos incluso trepados en carros alegóricos cual reinas de la primavera, dispuestos a todo con tal de ganar la posibilidad de representarnos en el Congreso de la Unión.
Sacrificio, abnegación, son factores que los impulsan a mantener su vocación de servicio, y entonces es cuando decimos, “ajá, seguro”.
Es curioso todo esto de las campañas, tapizadas de retratos en que el cutis es liso y aterciopelado, los ojos ensoñadores, la edad inexistente, y la mirada casi dedicada a la posteridad.
“Y no es foto shock”, confesarán con erudición para convencernos de que no hubo retoque digital de por medio.
Pareciera que todo se reduce a los asuntos de la actuación, a escenarios, a ponerle “cuatros” al enemigo con actores invitados o espontáneos, o no tan espontáneos, para que acusen frente a las cámaras a esta u otra candidata de incumplida y desmemoriada.
La guerra de las campañas, en que todo es utilizado, reciclado, sacado de los baúles de las tretas y jugarretas que cada cual inventa, o reinventa.
Dice la solapa del libro que coordinó Adrian Leftwich, “¿Qué es la política? La actividad y su estudio”: “el término “política” se suele aplicar a una actividad por la que mucha gente siente en nuestros días una mezcla de escepticismo y desconfianza, ya sea porque la consideren como algo ajeno a los problemas cotidianos o, en muchos casos, como una manera de engañar. Es evidente que este sentimiento desvirtúa la verdadera naturaleza de la palabra, que más bien debe servirnos para indicar formas de dirimir y solucionar los conflictos que existen en toda actividad humana que entrañe cooperación para la producción y distribución de bienes y recursos. Pero, desde este punto de vista, ¿qué no es político o no está sujeto a la política?
“Nuestro siglo ha visto nacer, además, innumerables teorías acerca del poder y de las maneras en que éste afecta nuestra vida, y en esa misma medida se habla ya de políticas del amor, del ocio, de la experiencia y de mil asuntos más. Pero lo “político” continúa refiriéndose tanto a las situaciones en que están en juego los distintos intereses de grupos humanos concretos en torno al futuro de una sociedad como a la toma de decisiones al respecto, y en este sentido la definición de lo propiamente político todavía está sujeto a discusión”.
Pendiente la definición propiamente dicha, se convierte en lo que vemos a toda hora en estos tiempos de la búsqueda del poder. No hay excepciones, parecen cortados por el mismo sastre y actúan en consecuencia.
Hace tiempo, demasiado, hemos sido testigos de esta interpretación que hacen de la política, con la constancia de que siempre aseguran tener la verdad absoluta y gustan de dividir el escenario en que hacen de histriones, entre malos y buenos, como si la vida fuera eso.
Y sin embargo, por alguna razón que seguro ya no vamos a descubrir, el asunto atrae, es atractivo, casi igual que la fiebre futbolera, porque no hay reunión en la que no salga la plática del quién ganará, qué grupo, qué todo.
Parece que tenemos la condena de seguir los signos, los pequeños reductos para conocer el poder en su forma original, que finalmente sólo se abre en estos tiempos, cuando para dar sentido al poder que aspiran tener, o ya tienen, nos invitan a poder actuar, tener cierta decisión, con eso que llaman voto.
Ya después todo volverá a la normalidad, y seremos los espectadores de siempre.
Y por hoy es todo, nos leemos el próximo lunes.

peraltajav@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario