martes, 19 de mayo de 2009

Miércoles 20 mayo de 2009

Retratos Hablados

Votar, ¿para qué? Y los mozalbetes se burlan
Refinería, pugna de suspirantes

Javier E. Peralta


SEGURAMENTE USTED HA ESCUCHADO
la campaña del Instituto Federal Electoral, en que dos jóvenes se burlan de sus progenitores, a los que remedan con voz ostensiblemente bobalicona y en que les dicen el porqué no votan.
“Votar, ¿para qué si las cosas no cambian?”, recitan los concientes personajes para lanzar después un llamado a dejar la apatía y entrarle a la fiesta de la democracia, como única y vital posibilidad para alcanzar el cambio.
La burla, el escarnio que los mozalbetes de marras hacen de sus progenitores porque demuestran incredulidad ante las posibilidades del sufragio, hacen ver un rostro poco tolerante de las autoridades electorales, quienes de plano califican como estúpidos y retrasados a quienes tengan la osadía de no santificar el voto como ente milagroso.
¿Por qué la burla? ¿Acaso el votar por Vicente Fox trajo como consecuencia un mejor país, una nación con futuro, la realización de sueños, de posibilidades? ¿No existe por lo menos la posibilidad, ante una realidad fatal, de tener serias dudas respecto a la utilidad del sufragio? ¿Acaso es dogma de fe tener que aceptar sus dones mágicos?
¿Acaso la elección presidencial pasada vino a demostrar que el respeto al voto es una verdad absoluta, divina, eterna?
Pues claro que no. Las dudas persisten, y no son invento de nadie, de un Iluminado, un loco, un necio como a toda costa intentan representar las televisoras comerciales a Andrés Manuel López Obrador.
Son millones de mexicanos los que no tienen la mínima certeza en cuanto al respeto que merece su opinión plasmada en las urnas, y por eso se cuestionan, “votar, ¿para qué?”. Pero no con un tono de estúpidos, como lo plasma el anuncio del IFE, sin con el enojo y dolor de no saber hacia dónde puede caminar un país que se ha visto hundido en la incredulidad, no por gusto sino por susto.
Porque tanto respeto merecen los que acuden a votar, como los que no, que a su modo expresan el descontento que cargan desde hace años y años.
Si usted escucha el anuncio citado, luego de sus sesudas disquisiciones rematan con un: “bueno, vamos a ver el partido o no?”.
La imagen que se proyecta es la de una juventud sin conciencia de lo que hace, pero indignada con quienes los antecedieron en el camino, “porque no le entran a la onda de votar”.
Eso es lo lamentable. Porque los jóvenes no son sólo seguidores de modas, son más, mucho más.
Una parte fundamental para entenderla es no tratarla como parte de un bloque sin forma al que se le debe esculpir al gusto del que tenga el mando en turno.
No es así.
Por eso ofende el anuncio citado.
Porque el voto no es generador de milagros, no es la pócima mágica para solucionar la problemática tan compleja de México. Mucho menos con tantas dudas en torno al respeto que se le debe tener.
El sufragio es la parte final de todo un esquema que hoy por hoy está baldado en sus piernas, en su origen. Y hasta que no se entienda esta realidad, no se puede culpar a los que han decidido simplemente callarse la boca, cerrar el pensamiento, cancelar la voz.
LA APUESTA DE UN NUTRIDO grupo de suspirantes al gobierno de Hidalgo es a que el proyecto de la refinería se le caiga al gobernador Osorio. Abiertamente, de manera incluso retadora, le mandan mensajes claros: “te tumbamos la planta de PEMEX, quedas mal, entonces tomamos el poder por asalto”.
Unos desde los campus universitarios, mandan mensajes ya nada cifrados, y asumen que su reino no sufrirá complicación de ningún tipo, porque ya hasta escrituras tienen de su ínsula de poder.
El gobernador está en su derecho de mantener el “dejar hacer, dejar pasar”, pero también de todo lo contrario, y finalmente cancelar la existencia de un estado dentro de otro. Parece que finalmente la decisión se ha tomado, y por eso la actitud valentona y retadora del que siente pasos en la azotea.
Todos se cuelgan de la refinería para ponerle zancadillas, picarle las costillas, echarle tierra en los ojos.
Porque mienten los paladines de la justicia defensores de los ejidatarios, como la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (Unta), que finalmente ya mostró el cobre por voz de su líder nacional, Álvaro López Ríos, y dijo que sí, que efectivamente tienen unas cuantas tierritas en la zona de la refinería y quieren 100 pesos por metro.
No es pues la defensa de los ejidatarios. Es la lucha de conveniencias y de intereses políticos.
Si pueden tumbarle el proyecto al gobernador, lo harán, y se erigirán como victoriosos, además que animados en su camino rumbo a cuarto piso.
La política pues, en su peor acepción. Luego no se quejen de que la gente no confíe en ellos.
Y por hoy es todo, nos leemos en la próxima.

peraltajav@gmail.com
(Texto publicado en la edición del diario PLAZA JUÁREZ, del miércoles 20 de mayo de 2009, en Pachuca, Hidalgo)

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