jueves, 9 de abril de 2009

Abril de 2009

EL ALJIBE
* El Túnel
POR JAVIER E. PERALTA
A lo largo de ese inmenso túnel era imposible saber si después llegaría un poco de luz. Era cierto lo de Sábato, que la vida en muchas ocasiones es caminar a ciegas por lugares que nunca alcanzamos a conocer. A veces se filtran pequeñas luces y estamos seguros que nos permitirán saber el destino de esa gigantesca bóveda oscura, y entonces celebramos con alegría, singular alegría dirían los clásicos. Pero luego es lo mismo, la penumbra primero, la tristeza que le sigue y la terrible sensación de que todo será igual el resto de nuestros días.
Los pasos suenan al chapotear contra el agua acumulada del llanto de uno, de otros, de los que un día cualquiera se tiraron a morir en la espesa noche del túnel. Es decisión de cada cual seguir o darse por vencido. Allá a lo lejos es posible mirar a un hombre que apurado camina con una vela diminuta en la mano que cuida, arropa no sólo contra su corazón, sino contra la fatalidad que le anticipaba existencia sin luz. Se ve orgulloso por la luz que se robó quién sabe de qué lugar. Está seguro que no le durará para cruzar el túnel, pero goza cada instante que puede mirar las sombras que refleja en las paredes cóncavas. Está feliz, de eso no hay duda, porque se ríe, se ve amoroso.
No ha pasado el tiempo razonable para que las ilusiones se mueran y está tirado, con los ojos esperanzados, como si hubiera cruzado el largo, larguísimo túnel y encontrado el día. Está feliz y es lo que vale, la ilusión de que no todo fue oscuridad, tristeza, lamentos.
(Texto publicado en el periódico semanal CIUDAD, De Última Hora, Pachuca, Hidalgo)

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